Al otro lado del cristal

Hacía tiempo que no experimentaba la sensación de hablar personalmente con un cliente, de preguntarle si le había gustado el trato que había recibido y si estaba dispuesto a volver en otra ocasión.  No recordaba la interpretación de las miradas y los gestos de mano y el abrazo o beso de despedida.
Cierto es que se agradece recibir una generosa propina como señal de agradecimiento, pero yo prefiero volverle a ver de nuevo y poder pasar del "usted" a decirle "qué bien que te vea otra vez por aquí". No sé el por qué nos hará más humanos.

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