Para más de un ser querido

No me ha sido tarea fácil la decisión de publicar este poema, el cual dedico a mis abuelos Juan y Josefa, pero en especial a él, quien fue mi segundo padre y, tal vez ahora, mi ángel de la guarda. Gracias.




Todavía te oigo respirar
en la noche callada,
la que traiciona a los hombres
que se refugian en la oscuridad.

Siento tu presencia,
¡tan cerca!
¡Ay! Anhelo coger tu mano,
leer “ayuda” de tus labios, muy despacio,
buscando la voz en tu interior,
aquella que te fue quitando la vida.

Fuiste mi maestro
resolviendo los problemas que surgían,
y, a pesar de no decírmelo todo,
me inculcaste el mejor tesoro:
los principios que nos guían.

Descansa, amor, descansa,
que amores hubo muchos y distintos,
pero como tú, ninguno.
descansa, que así lo quiso el destino.

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