Desde la tierra al mar...

... nos fundimos en besos cálidos,
húmedos, sinceros, 
que se mezclan con risas ilusionadas
al compartir un mismo sentimiento.

No hay lujuria en querer controlar 
los segundos del reloj, el tiempo 
nos roba mientras nos deseamos. 

Si buscamos un espacio sin miradas, encontramos un lecho desnudo
en el que hacernos solo uno, 
una conexión inalámbrica
que hace saltar chispas.

Al igual que los peces 
juegan a esconderse en algún hueco
que une la tierra y el mar, 
mis manos se deslizan hasta alcanzar 
la profundidad oceánica de tus ojos. 

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