Ayer es hoy

Me dormí acurrucada en un cielo despejado, 
sin nubes grises, 
sin lágrimas que humedece pensamientos. 
Pero cuando desperté, 
todo había sido un deseo somnoliento: una mirada ausente, 
muchos pensamientos enturbiados ocultos en un iris contraído
 por los por qués.
 Había que explicarlo todo, 
el ser necesario se tornó en un agobio por la ignorancia de elegir las palabras correctas.
Ya no valieron los te quiero
ni los sacrificios, había sido 
algo voluntario apostar todo o nada
por esta relación tan nuestra. 
Si se pudieran ver las cartas 
antes de iniciar el juego...
no te hubiera echo tanto daño a ti, 
a mí, al amor. 
No todos tenemos derecho a enamorarnos. 

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