A ti, Lolo

Nos dejó un diecisiete de febrero
un ángel caído del cielo, 
nuestro pequeño del alma, 
cubierto de un manto negro
alumbrado por las estrellas. 

Trajiste el amor con tu llegada
esperada y deseada por todos. 

Ojos felinos que comunicaban
lo que quisieran, que escuchaban
venir los pasos del amo y corriendo
iba a recibir su vuelta a casa. 
Donde quiera que estés, la tristeza
araña muy adentro de mis entrañas. 
Rota se ha quedado esta familia, 
echando de menos tus cariños gatunos, 
mahullidos que callastes tras tu ida. 
Otros te cuidarán allí donde descansas
sin sufrimiento, allí, con los tuyos. 

Lograste unir almas perdidas y
olvidaste que un día te irías sin
lamentar que amaste en vida
ocultando una final melancolía. 

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