Tibi dabo

Sabes cómo embrujar a una mujer; tienes maestría en tus ojos profundos, seductores y susurradores de deseos. En mí,  despertarte aquel que dormía en una cueva de polvo y desorden.
En tu silencio hallé la respuesta al significado de ese viaje.  Tenía que conocerte, aunque fuera para ilusionarme y nunca más saber de ti. Tenías que ser el guía de mis fantasías oscuras en un cementerio de luces lleno de gente en el que nuestras miradas hablaban solas, sin palabras. Y sin ellas, me alejé de ti.
Espero que en estas líneas hayas encontrado la respuesta. Todo te lo debo, tuyo es: mío no.

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