Paralelismos de la vida

Siempre es igual...
Hoy me sentí diferente, SÍ. Temí ponerme nerviosa nada más salir a la calle y unirme al mundo que me rodea, aunque después, pensé que era un placer deambular entre gente conocida y hablar con algunos de ellos, a pesar de que me cuesta un poco al principio. "¿Qué tal tu abuelo?"- me preguntan y yo respondo- "Pues nada, ahí sigue. Ahora le veré por aquí". Disfruto tanto que olvido cuando fue la última vez que le vi y, a pesar de todo, me regalo el oído diciéndome "hoy estás siendo más sociable, estás viviendo con los ojos abiertos" e inhalo un soplo de paz. No necesito estar pendiente de la hora, ni del tiempo que transcurre de forma acelerada. Respiro olores familiares y palpo texturas reconocibles. Y sigo caminando...
No tengo la certeza de saber hacia dónde quiero ir, si a un lugar o a un tiempo pasado. Lo que sé es que hoy me siento feliz por ver lo mismo de todos los días, pero con otra actitud. A pesar de que reconozco el espacio por el que voy paseando algo tiene diferente. De repente, "¿qué haces tú por aquí?" seguido de un abrazo, porque son agradables de dar. A lo que suelo responder un "pues nada, dando una vuelta", pero entonces, me apeteció decir un "tenía muchas ganas de verte". Casualidades de la vida, aún no lo sé, anduvimos intercambiando anécdotas hasta una cafetería que había a unos cinco minutos. Al entrar, fue grata la alegría de encontrándome con la sorpresa de ver a mis antiguas amigas de la infancia. ¡Ay qué ver cómo somos las mujeres! "Pero, ¿qué haces por aquí?". Nosotras somos así; no podemos evitar el ponernos al día de nuestras vidas cada vez que nos vemos. Unas escuchan mientras otras hablan; unas ríen y las hay que ponen algo de orden y siguen oyendo atentas  ¿Existen los minutos? Si te lo planteas, no. O sí...
Mis ojos viajan entre miles de gestos y sonidos, intrigados en saber qué se escondía detrás de éstos. Sin embargo, tanta curiosidad embriaga los sentidos, necesitando hacer una pausa que se acaba cuando descubres que alguien te está observando, que alejas la mirada, que persigues sus pasos de forma intermitente, respirando más fuerte su presencia y paralizándote en silencio al no verlo cerca. "¿Tienes fuego?". No fumo, pero ese instante había que inhalando, ese acercamiento tan poco premeditado tenía que vivirlo en todo su esplendor.
Charlar contigo fue todo un placer, sin ser consciente de que ni estábamos en ese bar ni había gente a nuestro alrededor. Me estaba perdiendo en tus labios mientras me prestabas atención, y en tus ojos, cuando te contaba cosas a cerca de mí . ¿Qué suena? "¿Tú qué crees que es?". Si estaba todo en silencio...¡qué tristeza me invade el alma! ¿te vas? "Jamás estuve, princesa". "¡El agua, chica! ¡ Que no estás en lo que hay que estar!".
Es verdad, me quedé dormida, despierta, divagando en la nada. Dado que no es suficiente la realidad que experimentamos, no podemos evitar el hecho de crear una paralela, ya que tantos son los planes pendientes que anotamos, tantos son los sueños que nos quedan por cumplir y tantos son los obstáculos por sortear.... Nos pasamos la vida construyendo castillos de arena que, al final, no llegamos a vivir. Dejamos para luego improvisar un beso o un piropo o prestarle más tiempo a nuestros seres queridos. Aún no sé si lo pude hacer mejor, tal vez, no lo llegue a saber nunca. 
En cualquier caso, como "siempre es igual", no te molestes en engañarte: seguirás errando en lo mismo, calculando un horizonte que no existe y un presente que, a medida que te acercas a él, descubres que ya ha pasado. Quizás sea motivo por el cual volar por un mundo onírico sea nuestra mejor salida, deseando que, al despertar, alguno de ellos se haga  realidad.
Que tengáis dulces sueños.

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